martes, 9 de enero de 2024

Hoy,

experimentados charlatanes de feria,

deformes gañanes de finos labios

pintados de purpurina gris

y uñas arregladas,

presuntuosos personajes

sacados de alguna fosforescente cloaca

en la que infames roedores de dos patas,

recorren veloces las piedras húmedas

de las silenciosas calles del extrarradio

buscando, alguna victima desesperada,

dispuesta a vender su vida por un fajo

de grasientos billetes usados,

llenan el éter azulado de luz inútil

y polvorientas palabras descabezadas,

las oquedades vacías,

de hipnotizadoras cajas tontas

donde todo el sinsentido humano

explota invadiendo de desfasados colores aguados

las oscurecidas paredes de habitaciones,

y los eternos segundos del sueño primario

caen despacio como los granos de un reloj de arena

que lentamente invade los ojos que no ven

en un oxidado bote metálico.


Hoy,

quizás mañana o tal vez ayer,

apagadas lámparas

alumbrarán las mortecinas ventanas

donde nuevos rostros envejecidos

apoyaran sus codos

buscando la luz perdida

en inacabables noches abandonadas

entre dobleces amarillentos

de sábanas manoseadas.


Hoy,

los pájaros callaran sus voces,

olvidaran su vuelo,

temblaran bajo el infame humo

de esas altas torres metálicas

que afanadas hasta el final

como especializados

jornaleros suman su último esfuerzo

en apagar la luz del sol.


Hoy,

los profesionales impostores del engaño,

llenan de forma imperceptible

los segundos,

que caen muertos

en grasientos e iluminados lodazales

donde desnudos cuerpos

se embadurnan con el cieno

de sus palabras

mientras la catódica luz azul

de sus extrafinas

cajas electrónicas

invade como un virus mortal

sus mentes calladas.


Enero 2024 Amado









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