miércoles, 3 de septiembre de 2008


BABILONIA rumía con la boca rodeada de pasta dentífrica fosforecente,
la muchedumbre se apiña en torno a un cadáver
que rechina los dientes impotente en su cruz,
todos se dan la mano y toman té, los ríos se llenan de cadaveres,
Frutas Unidas, Petróleos Unidos, Motores Unidos
se dan la mano y toman té, cien mil se consumen.
(Libertad para la Libertad de erigirse en estatua,
blanqueada de excrementos de pájaros,
libertad para conservar las cárceles, libertad para
envenenar o otros como a sí mismo,
libertad para vender asesinatos y comprar violaciones,
libertad para orinar en los pozos y disfrazarse
de golondrina por las noches,
libertad para arrancar los dientes del adversario
y pisar las manos que se aferran desesparadamente,
libertad para ensartar los ojos y convertirlos así en collares
para las mujeres más bellas del mundo.)



A los huracanes se les dan nombres de esposas,
homenaje a su furia,
el sexo de la esposa aprieta como un tornillo de banco
hasta que se vomita la suma del rescate,
hay tachuelas contra las caricias, bloques de hielo
en el dormitorio, crisantemos en las papeleras,
la felicidad espera en la mesa de operaciones
donde muchos han cantado por primera vez
bajo los efectos del gas hilarante,
las abuelas bailan toda la noche con sus gafas verdes
mientras hipersensibles pilotos de bombardeo
lloran en la copa del cóctel.
(Libertad para el poder de alegirse a sí mismo,
libertad para el amor de venderse caro y asegurarse contra accidentes,
libertad para la Verdad de mentir y para el espía,
de volver a casa de mamá,
libertad para emplear a Dios en la empresa
y edificar la iglesia en el solar del banco
libertad de impuestos y libertad de prensa para los que puedan pagarlas,
y también libertad de inquisición, libertad de invasión y otras innumerables libertades
por tierra, por mar, entre montañas, por el aire, bajo el agua, en el cosmos,
la libertad es lo mejor que hay para el que la pueda vender bien.)



ARTUR LUNDKVIST (1962)