viernes, 1 de agosto de 2008


¡ Qué difícil le es al poema ser grúa !

El poema prefiere ocuparse de lo insignificante

de lo casi imperceptible, de lo que no pesa nada.

La brizna de hierba al viento en la propia lengua

del poema,

y en el pétalo que intentó convertirse en ala

y que cae aleteando

reconoce el poema su movimiento, su vida que cae.

Gotas que apenas reflejan imágenes minúsculas,

musgo como un escupitajo seco en una roca,

briznas de paja que ruedan arrastradas por el viento,

la línea del intenso color verde del cardenillo

que rodea el grifo del pasillo de una escuela.

las segadoras veteadas por excrementos de pájaros,

un mechón de pelo rubio de mujer prendido en

una cerca de espino blanco ennegrecida por el invierno:

todo eso reúne el poema,

trastos viejos y espuma de la superficie de la realidad.

El poema trabaja con las puntas de los dedos y pestañas

con una delicadeza que no posee la grúa


Artur Lundkvist (Poética I - 1955)