lunes, 6 de diciembre de 2010

CÓRDOBA EN DEFENSA DEL EMPERADOR: "EL FRACASO DE LAS COMUNIDADES"



Uno de los primeros problemas con los que tuvo que enfrentarse Carlos I a su llegada a España fue la sublevación de las Comunidades en Castilla y las Germanías en Valencia y Mallorca. Las Comunidades tuvieron lugar entre 1519 y 1523. Esta sublevación fue un intento por parte de las ciudades de preservar sus privilegios frente a la política de la monarquía, tendente a la concentración del poder.

Los problemas financieros del monarca le llevaron a pedir en las Cortes de Valladolid de 1518 y en las de Santiago - La Coruña en 1520 la concesión de un "servicio" de 200 millones, a lo que algunas ciudades, entre ellas Córdoba, se negaron rotundamente si antes el monarca no atendía las reivindicaciones que ellas le presentaron en un largo memorial. Finalmente este servicio se concedió con la oposición de ciudades como Toledo, Córdoba, Salamanca, Madrid, Murcia y otras. Los procuradores en Cortes por Córdoba, Francisco Pacheco y Pedro Gutiérrez de los Ríos, pidieron que sólo pagaran este servicio las ciudades que lo otorgaron, pero que Córdoba en este caso quedara exenta. No obstante esta actitud contraria a los deseos del monarca, Córdoba, una vez que el rey se convirtió en Emperador, se acomodó a la situación. Para demostrar su actitud en pro del emperador se celebró una fiesta en la ciudad para conmemorar su coronación, donde se corrieron 12 toros y se jugaron cañas.

Dada la actitud de los procuradores de la ciudad en Cortes, Toledo escribió al cabildo cordobés el 15 de junio de 1520 invitándole a que se uniera a la insurrección que Toledo junto a Valladolid y Burgos estaban protagonizando en contra de la Corona. Córdoba rehusó participar en las Comunidades y, parece que alentada por el Emperador, no sólo se manifestó al servicio de él sino que se hizo cargo de mantener el orden en Andalucía. En este sentido escribió a Jaén reprendiéndola por su actitud; procuró calmar la sublevación en Ubeda y Baeza, Sevilla, etc. Parece ser que Córdoba tenía gran fuerza y significación en Andalucía, pues según palabras del corregidor Osorio "estando Córdoba sosegada y pacífica, es bastante para estarlo Andalucía".

Sin embargo, esta actitud no era unánime en la ciudad, pues algunos nobles -Marqués de Comares, de Priego, Conde de Santiesteban, etc.-, y otros miembros del clero -el agustino Fray Juan Bravo-, se mostraron decididos defensores de los comuneros. Por ello la ciudad tomó sus precauciones y nombró una comisión de cuatro caballeros veinticuatro para que aprovisionaran a la ciudad de picas y lanzas con lo que hacer frente a posibles levantamientos, y se hizo salir de la ciudad al Marqués de Comares y otros nobles, y se persiguió a Fray Juan Bravo que predicaba la Comunidad en iglesias y monasterios.

El papel de Córdoba en este hecho no acabó en el ámbito local, sino que tuvo un eco mayor, pues en enero de 1521 presidió una reunión el La Rambla a la que acudieron las ciudades de Andalucía bajo el título Santa y Real Confederación. Estuvieron representadas Sevilla, Jerez, Sanlúcar, Cádiz, Ronda, Gibraltar, Carmona, Arjona, Porcuan, Martos, Torredonjimeno y, más tarde, Jaén, Alcalá la Real, Ecija y algunos nobles andaluces. Era la Contracomunidad. Para la seguridad de la reunión estuvieron protegidos por 400 soldados y acordaron escribir a las ciudades rebeldes invitándolas a que depusieran su actitud, ofreciéndose a su vez a interceder por ellas ante el Emperador.

Cuando los comuneros fueron derrotados en Villalar, la ciudad lo celebró con una gran fiesta popular. El emperador agradeció a Córdoba en numerosas ocasiones su lealtad en momentos tan difíciles.
M.J.G.C.
FUENTE: CAJA PROVINCIAL DE AHORROS DE CÓRDOBA

REFRANES

Cuando el agua llegue aquí, ¡ay, Sevilla qué será de tí!

De dinero y santidad, la mitad de la mitad.

Las migas en la poyata, quien no venga no las cata.

Dios al humilde levanta y al orgulloso quebranta.

El que se ríe de mal que le ocasiona a otro, se ríe del suyo propio.

La muerte no perdona ni al Rey ni al Papa ni a quien no tiene capa.

Las visitas gusto dan cuando se van.

Más vale vivir un día en pie que no un año de rodillas.

Mes de la Pascua, se vive junto a la brasa.

Ni muerte sin llanto, ni boda sin canto.

Salud y pesetas, lo demás son puñetas.

Lo que no pensé antes de hablar, después de hablar me da que pensar.

Remienda, remienda y no vayas a la tienda.

Al juzgar un hecho, mete la mano en tu pecho.

Los mandamientos de la Carraca, que cada uno fume de su petaca.

No hay pena que dure siempre, ni desengaño que mate.

En casa de mujer rica, ella manda, y ella grita.

En tiempo de la vendimia, la boca es libre.

Lo que es bueno para el bazo es malo para el espinazo.

Si quieres ver a un amigo andar, parate a mear.

El garbanzo y el melón, cuanto más chicos mejor.

La viña y el potro, que los críe otro.

Cuando ladra el Perro de Rota, el agua viene que trota.

La puerta abierta, al justo tienta.

Chica es mi casilla, pero vale más que toda Sevilla.

El que quiera saber, que compre un viejo.

Las obras del rey van a paso de buey.

El que te acaricia más de lo que suele, en que te ha engañado o engañarte quiere.

Cuando el carpintero tiene madera que labrar y la mujer harina que amasar, nunca le falta ni leña ni pan.