jueves, 4 de septiembre de 2008

En Babilonia desean y hacen el bien, solamente el bien,
si tú ves allí un mal dependerá de un malentendido,
observa mejor y descubrirás el bien debajo,
en Babilonia la verdad no es una palabra sino bondad, bondad,
la justicia no es una gélida matemática sino bondad, bondad,
los buenos negocios se dirigen con bondad, nada más que bondad,
y las ganancias que producen echan los cimientos de más bondad,
en Babilonia luchan contra el mal sin descanso, son los enemigos inexorables del mal,
el mal los amenaza por todas partes, incluso por arriba y por abajo,
están amenazados de muerte en su bondad, y la bondad tiene que armarse,
¡oh! más que hasta los dientes, más, hasta los más íntimos pensamientos y las capas de aire más lejanas,
la bondad se moviliza contra el mal con las armas más terribles,
la bondad que nunca ceja, nunca se da por vencida.

El pasado amenaza, el maligno pasado obliga a vivir bajo tierra,
el pasado ya vencido completamente muerto, pero
que sin embargo amenaza con resucitar, vengarse, confundir,
pero mayor es la amenaza del futuro
con sus perversas intenciones, sus nefastas innovaciones,
la maldad pinta falsos paraísos, construye los engañosos
decorados de la felicidad,
una paz y una fraternidad que son imposibles, imposibles,
que sólo son sueños del mal,
fantasías irresponsables que encienden, animan
revolución del mal por todas partes,
malas esperanzas, malas cosechas, mal amor,
multitudes de malos recién nacidos.


También las aguas amenazan con explosiones de maldad,
con negra ingratitud, con envenenamientos,
el aire amenaza con los microbios de la maldad,
lluvia de ciempiés, corrosivas contaminaciones,
el fuego amenaza con apagarse y también con fugarse
de la carcel del bien,
el fuego que no sabe cuidarse de sí mismo,
que no debe convertirse en fuego del mal,
¡ que no debe dirigir un huracán infernal contra el bien
cuando se desintegren los pequeños átomos blancos !



Y el cosmos, lo peor de todo, el cosmos amenaza
y abre abismos por arriba, por abajo, por todas partes,
con su engañoso aspecto tan azul e inocente,
pero perverso y traidor allá a lo lejos,
rayos de un cielo azul, tribulaciones repentinas, sapos gigantes,
avispas de acero, fantasmas con lanzallamas,
gatos voladores diez veces más grandes que tigres,
aéreos tiburones eléctricos, un globo de negra maldad
que ríe a carcajadas sobre la buena de Babilonia.


ARTUR LUNDKVIST (1962)