Silencio….,
sólo el sonido
de los segundos
desparramados sobre la mesa,
acuden a mis oídos
como pequeñas navajas asesinas
lacerándolos,
con la despiadada pulcritud del tiempo
en la cercana lejanía
del fondo del salón,
apenas como un susurro;
Wagner con sus walquirias
acuden en mi defensa
mientras las paredes se desmoronan
a mi alrededor
hasta convertirse en el ajado polvo
de una habitación sin ventanas
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