martes, 1 de marzo de 2011
ADRIAN HENRI (EL AMOR ES...)
El amor es el frío en la parte de atrás de una camioneta
El amor es un club con dos socios nada más
El amor es pasearse cogidos de las manos
manchadas de pintura
El amor es
El amor es pescado frito y patatas chips
en las noches de invierno
El amor es mantas llenas de extrañas delicias
El amor es cuando no se apaga la luz
El amor es
El amor es los regalos en las tiendas navideñas
El amor es cuando se está en el séptimo cielo
El amor es lo que pasa cuando se para la música
El amor es
El amor es slips blancos olvidados y solos
El amor es un camisón rosa todavía tibio
El amor es cuando hay que irse de madrugada
El amor es
El amor eres tú y el amor soy yo
El amor es una cárcel y el amor es libre
El amor es lo que se queda
cuando estás lejos de mí
El amor es...
El amor es un club con dos socios nada más
El amor es pasearse cogidos de las manos
manchadas de pintura
El amor es
El amor es pescado frito y patatas chips
en las noches de invierno
El amor es mantas llenas de extrañas delicias
El amor es cuando no se apaga la luz
El amor es
El amor es los regalos en las tiendas navideñas
El amor es cuando se está en el séptimo cielo
El amor es lo que pasa cuando se para la música
El amor es
El amor es slips blancos olvidados y solos
El amor es un camisón rosa todavía tibio
El amor es cuando hay que irse de madrugada
El amor es
El amor eres tú y el amor soy yo
El amor es una cárcel y el amor es libre
El amor es lo que se queda
cuando estás lejos de mí
El amor es...
ADRIAN HENRI (NO MIRES)
No me mires a los ojos, y luego
mira las libélulas
centelleando mira al río
No escuches mis palabras
escucha a los grillos
estridentes en el henar escucha el agua
No me toques
no toques mis labios mi cuerpo
toca la tierra viviente de juncos
trébolo valeriano toca la luz del sol
Amada,
estas cosas que te traigo
no las veas tan sólo conoce
un paisaje en tu cuerpo
y un río en mis ojos
mira las libélulas
centelleando mira al río
No escuches mis palabras
escucha a los grillos
estridentes en el henar escucha el agua
No me toques
no toques mis labios mi cuerpo
toca la tierra viviente de juncos
trébolo valeriano toca la luz del sol
Amada,
estas cosas que te traigo
no las veas tan sólo conoce
un paisaje en tu cuerpo
y un río en mis ojos
ANTONO MACHADO (COPLAS POPULARES Y NO POPULARES ANDALUZAS)
¡El que se quiere perder
-no todos quieren guardarse-
buscan a la mujer!
Tres veces dormí contigo
tres veces infiel me fuiste,
morena, conmigo mismo.
Pasó Don Juan por tu calle,
y en tu balcón le dijeron:
suba un ratito, Don Nadie.
¡Linda dama de mis sueños
hablando siempre con otro,
con otro, sin darme celos!
¡Y esa gran placentería
de ruiseñores que cantan!
Ninguna voz es la mía.
Desde Sevilla a Sanlúcar
desde Sanlúcar al mar,
en una barca de plata
con los remos de coral,
donde vayas marinero,
contigo me has de llevar.
-no todos quieren guardarse-
buscan a la mujer!
Tres veces dormí contigo
tres veces infiel me fuiste,
morena, conmigo mismo.
Pasó Don Juan por tu calle,
y en tu balcón le dijeron:
suba un ratito, Don Nadie.
¡Linda dama de mis sueños
hablando siempre con otro,
con otro, sin darme celos!
¡Y esa gran placentería
de ruiseñores que cantan!
Ninguna voz es la mía.
Desde Sevilla a Sanlúcar
desde Sanlúcar al mar,
en una barca de plata
con los remos de coral,
donde vayas marinero,
contigo me has de llevar.
GUSTAVO ADOLFO BECQUER (POEMAS)
Espíritu sin nombre,
indefinible esencia,
yo vivo con la vida
sin formas de la idea
Yo nado en el vacío
del sol tiemblo en la hoguera,
palpito entre las sombras
y floto con las nieblas.
Yo soy el fleco de oro
de la lejana estrella;
yo soy la alta luna
la luz tibia y serena
Yo soy la ardiente nube
que en el ocaso ondea;
yo soy el astro errante
la luminosa estela.
Yo soy nieve en las cumbres,
soy fuego en las arenas,
azul onda en los mares,
y espuma en las riberas.
En el laúd soy nota,
perfume en la violeta,
fugaz llama en las tumbas
y en las ruinas hiedra.
Yo atrueno en el torrente,
y silbo en la centella,
y ciego en el relámpago,
y rujo en la tormenta.
Yo río en los alcores,
susurro en la alta yerba,
suspiro en la onda pura,
y lloro en la hoja seca.
Yo ondulo con los átomos
del humo que se eleva,
y al cielo lento sube
en espiral inmensa.
Yo, en los dorados hilos
que los insectos cuelgan,
me mezclo entre los árboles
en la ardorosa siesta.
Yo corro tras las ninfas
que en la corriente fresca
del cristalino arroyo
desnudas juguetean.
Yo, en bosques de corales,
que alfombran blancas perlas,
persigo en el Océano
las náyades ligeras.
Yo, en las cavernas cóncavas,
do el sol nunca penetra
mezclándome a los gnomos,
contemplo sus riquezas.
Yo busco de los siglos
las ya borradas huellas,
y sé de esos imperios
de que ni el nombre queda.
Yo sigo en raudo vértigo
los mundos que voltean,
y mi pupila abarca
la creación entera.
Yo sé de esas regiones
a do un rumor no llega,
y donde informes astros
de vida un soplo esperan.
Yo soy sobre el abismo
el puente que atraviesa;
yo soy la ignota escala
que el cielo une a la tierra.
Yo soy el invisible
anillo que sujeta
el mundo de la forma
al mundo de la idea.
Yo, en fin, soy ese espíritu,
desconocida esencia,
perfume misterioso,
de que es vaso el poeta.
indefinible esencia,
yo vivo con la vida
sin formas de la idea
Yo nado en el vacío
del sol tiemblo en la hoguera,
palpito entre las sombras
y floto con las nieblas.
Yo soy el fleco de oro
de la lejana estrella;
yo soy la alta luna
la luz tibia y serena
Yo soy la ardiente nube
que en el ocaso ondea;
yo soy el astro errante
la luminosa estela.
Yo soy nieve en las cumbres,
soy fuego en las arenas,
azul onda en los mares,
y espuma en las riberas.
En el laúd soy nota,
perfume en la violeta,
fugaz llama en las tumbas
y en las ruinas hiedra.
Yo atrueno en el torrente,
y silbo en la centella,
y ciego en el relámpago,
y rujo en la tormenta.
Yo río en los alcores,
susurro en la alta yerba,
suspiro en la onda pura,
y lloro en la hoja seca.
Yo ondulo con los átomos
del humo que se eleva,
y al cielo lento sube
en espiral inmensa.
Yo, en los dorados hilos
que los insectos cuelgan,
me mezclo entre los árboles
en la ardorosa siesta.
Yo corro tras las ninfas
que en la corriente fresca
del cristalino arroyo
desnudas juguetean.
Yo, en bosques de corales,
que alfombran blancas perlas,
persigo en el Océano
las náyades ligeras.
Yo, en las cavernas cóncavas,
do el sol nunca penetra
mezclándome a los gnomos,
contemplo sus riquezas.
Yo busco de los siglos
las ya borradas huellas,
y sé de esos imperios
de que ni el nombre queda.
Yo sigo en raudo vértigo
los mundos que voltean,
y mi pupila abarca
la creación entera.
Yo sé de esas regiones
a do un rumor no llega,
y donde informes astros
de vida un soplo esperan.
Yo soy sobre el abismo
el puente que atraviesa;
yo soy la ignota escala
que el cielo une a la tierra.
Yo soy el invisible
anillo que sujeta
el mundo de la forma
al mundo de la idea.
Yo, en fin, soy ese espíritu,
desconocida esencia,
perfume misterioso,
de que es vaso el poeta.
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