Quiero
la vida del no nacido,
aquel
que no conoció
el
silencio,
ni la presurosa velocidad
ni la presurosa velocidad
con
que el tiempo,
te
hace llegar donde no haces falta,
quiero ser aquel
que respiró
el latir del corazón
que respiró
el latir del corazón
antes
de morir,
antes
de notar el calor del sol vespertino
acariciar
la piel desnuda
y
se dejo caer,
desde
lo alto de la más alta de las torres
antes
de sentir
el
perfume de las flores.
Quiero
ser la callada forma de la piedra tallada
en
la cumbre de la montaña,
permanecer
silencioso
mientras
el rumor clandestino
de
los insectos,
se
acumula entre mis grietas
como
un sonido inaudible,
quiero
sentir el resbalar
de
la húmedas gotas
que
la lluvia,
trae
hasta los arroyos moribundos
en
los que los peces
agotan
el último segundo de vida,
quiero
sentir el musgo
crecer,
entre
los pliegues astillados
de
mis huesos calcáreos
en
tanto que mi cuerpo se disuelve,
lento
como un segundo
atrapado
en las manecillas
de
un reloj parado.
Quiero
ser una mirada,
quizás
un leve soplar
de
un aire tenue
preñado
de esperanza,
quiero
escapar
del
poema,
que
sucumbe apelmazado
en
la oscurecida hondura
de
algún cajón sin fondo,
en
el que las palabras desordenadas,
luchan
entre sí
hasta
ocupar un sitio
en
la esquina arrugada
de
algún papel usado.
AMADO
mayo 2018