miércoles, 22 de mayo de 2013

AQUÍ FABLA DEL PECADO DE LA CODIÇIA

Contigo siempre traes los mortales pecados ;
con tu mucha codicia, los hombre engañados;
 hácesles codiciar y ser muy denodados,
no cumplir mandamientos que por Dios fueron dados.

De todos los pecados es raíz la codicia:
ésta es tu hija mayor; tu mayordoma, ambicia:
ésta de alférez hace, y en la tu casa oficia;
ésta destruye el mundo, sostienda a la justicia.


La soberbia y gran ira, que no halla donde quepa,
avaricia y lujuria, que arden más que la estepa,
gula, envidia, pereza, que se unen como lepra,
de la codicia nacen: ella es traíz y cepa,

y hacen morada en ti, alevoso traidor.
Con palabras muy dulces, con gesto engañador,
mucho ofrecen, prometen los hombres, con amor;
por cumplir lo que ofrecen codician lo peor:

codician los haberes que ellos nunca ganaron
por cumplir las promesas que con amor dejaron;
muchos por tal codicia, del bien ajeno hurtaron,
por lo que almas y cuerpos, en todo, lastimaron.

Murieron, por sus hurtos, de muerte subitánea,
arrastrados y ahorcados de una manera extraña;
eres astuto en todo y de mala calaña:
quien tu codicia tiene, el pecado lo engaña.

Hiciste por codicia a Troya destruir;
sobre aquella manzana no se debió escribir;
la que dio a Venus Paris, queriéndole inducir.




Por tu mala codicia los de Egipto murieron,
sus cuerpos infamaron y sus almas perdieron,
en la ira cayeron de Dios, pues te creyeron;
si mucho codiciaron, muy poco consiguieron.

Por la codicia pierde el hombre el bien que tiene,
pues más quiere tener que cuanto le conviene:
no alcanza lo que quiere, lo suyo no mantiene
lo que aconteció al perro éstos tales aviene:










ENSIENPLO DEL ALANO QUE LLEVAVA LA PIEÇA
                 DE CARNE EN LA BOCA

Alano carnicero dentro de un río andaba,
un buen trozo de carne en la boca pasaba;
con la sombre del agua el doble semejaba:
codicióla abarcar, cayó la que llevaba.

Por sombra mentirosa y por su pensar vano, 
la carne que tenía perdióla el perro alano;
no tuvo lo que quiso, no fue el codiciar sano;
pensó ganar, perdió lo que tenía en mano.

Cada día acontece al codicioso, tal:
piensa ganar contigo y pierde su caudal;
de esta mala raíz nace todo su mal:
es la mala codicia un pecado mortal.

Lo más y lo mejor, lo que es más apreciado,
cuando lo tiene el hombre ya cierto y bien ganado,
nunca debe dejarlo por un vano cidado:
quien deja lo que tienen muy mal se ha comportado.


Juan Ruiz "Arcipreste de Hita" ( EL LIBRO DEL BUEN AMOR)