jueves, 3 de diciembre de 2009
HOMBRE PLANETARIO (FRAGMENTO II)
Mis pasos me conducen a la nada
por una calle, tumba de hojas secas
o sucesión de puertas condenadas.
¿Soy esa sombra sola
que aparece de pronto sobre el vidrio
de los escaparates?
¿O aquel hombre que pasa
y que entra siempre por la misma puerta?
Me reconozco en todos, pero nunca
me encuentro en donde estoy. No voy conmigo
sino muy pocas veces, a escondidas.
Me busco casi siempre sin hallarme
y mis monedas cuento a medianoche.
¿Malbaraté el caudal de mi existencia?
¿Dilapidé mi oro? Nada importa:
se pasa sin pagar al fin del viaje
la invisible frontera.
Jorge Carrera Andrade (Ecuador)
CÓRDOBA-LA DINASTÍA OMEYA: LOS EMIRES
Hisham I (788-796) sucedió a su padre cuando contaba 31 años. Ibn Idhari nos lo describe diciendo que "tenía la tez muy blanca, el pelo rojizo y una excelente vista. Fue padre de 11 hijos, seis varones y cinco hembras. "Era también de fácil palabra, despierto, enérgico y piadoso". Fue hijo de Abd ar-Rahmán I y de su esclava Halal. Sus hermanos Sulayman y Abd Allah no le reconocieron y tuvo que reducirles por la fuerza. Sin embargo, su reinado fue, en general, próspero y pacífico.
Al-Hákam I (796-822) subió al trono a los 26 años. Hijo de Hisham y de una esclava de origen hispánico llamada Zarif. Era según Ibn Idhari: "alto y delgado, de nariz muy correcta. No empleaba afeites; tenía la tez muy morena. Fue padre de 19 hijos y 21 hijas". Su reinado fue muy duro, pues además de tener que vencer cierta oposición en el seno de su propia dinastía hubo de hacer frente a tremendas sublevaciones que fueron reprimidas con enorme dureza (Jornada del Foso, en 797, en Toledo, revuelta del Arrabal de Secunda, en 818, en Córdoba). Se le conoció siempre con al Rabadí, es decir, "el del Arrabal", porque la represión terrible que allí mandó hacer fue el hecho más violento y conocido de su reinado. Creó una guardia de corps compuesta de mercenarios extranjeros.
Su sucesor Abd al-Rahmán II (822-852) tenía 30 años al subir al trono. Ib Idhari lo describe como "alto, moreno, de ojos grandes y negros, la nariz aquilina, los párpados morenos y larga barba. Tuvo 45 hijos y 42 hijas". Con cierta gracia, D, Claudio Sánchez-Albornoz lo calificaba de "sensual" y establecía una curiosa comparación entre él y su contemporáneo Alfonso II el Casto (792-842), rey de Asturias, al cual combatió continuamente el monarca cordobés. Es el suyo un reinado muy importante y en él se impulsó la orientalización de Al Andalus.
Le sucede al-Múndhir (886-888), hijo de Muhámmad I y de una esclava llamada Ailo, a la que generalmente se suele tener por cristiana. Sube al trono con 42 años y muere mientras sitiaba la fortaleza de Bobastro, uno de los núcleos de disidencia. Su muerte se ha tenido por sospechosa y no parece poder descartarse la intervención de su hermano y sucesor, Abd Allah. Al-Múndhir era, a juicio de Ibn Idhari, "moreno, de cabello ensortijado y empleaba el henné y el ketem (dos tipos de tinte), tenía el rostro marcado de viruelas. Tuvo cinco hijos y ocho hijas.
Abd Allah (888-912). De la misma edad que su hermano y antecesor, pero hijo de otra esclava, también cristiana, llamada Ushar, de origen franco o hispánico. Su ascendencia por línea femenina puede explicar los rasgos físicos que le atribuye Ibn Idhari: "tenía la tez clara y subida de color, los ojos azules y la nariz aquilina, era rubio, de estatura regular y se teñía de negro, Tuvo 11 hijos y 13 hijas". En su reinado, la insumisión de los muladíes alcanza su mayor virulencia.
M.C.S.
Fuente:La Caja-Obra Cultural, Caja Provincial de Ahorros de Córdoba