Al-Hákam I (796-822) subió al trono a los 26 años. Hijo de Hisham y de una esclava de origen hispánico llamada Zarif. Era según Ibn Idhari: "alto y delgado, de nariz muy correcta. No empleaba afeites; tenía la tez muy morena. Fue padre de 19 hijos y 21 hijas". Su reinado fue muy duro, pues además de tener que vencer cierta oposición en el seno de su propia dinastía hubo de hacer frente a tremendas sublevaciones que fueron reprimidas con enorme dureza (Jornada del Foso, en 797, en Toledo, revuelta del Arrabal de Secunda, en 818, en Córdoba). Se le conoció siempre con al Rabadí, es decir, "el del Arrabal", porque la represión terrible que allí mandó hacer fue el hecho más violento y conocido de su reinado. Creó una guardia de corps compuesta de mercenarios extranjeros.
Su sucesor Abd al-Rahmán II (822-852) tenía 30 años al subir al trono. Ib Idhari lo describe como "alto, moreno, de ojos grandes y negros, la nariz aquilina, los párpados morenos y larga barba. Tuvo 45 hijos y 42 hijas". Con cierta gracia, D, Claudio Sánchez-Albornoz lo calificaba de "sensual" y establecía una curiosa comparación entre él y su contemporáneo Alfonso II el Casto (792-842), rey de Asturias, al cual combatió continuamente el monarca cordobés. Es el suyo un reinado muy importante y en él se impulsó la orientalización de Al Andalus.