Yo soy un
carpintero ciego, sin manos.
He
vivido
Bajo las
aguas, consumiendo frío,
Sin
construir las cajas fragantes, las moradas
Que cedro a
cedro elevan la grandeza,
Pero mi
canto fue buscando hilos del bosque,
Secretas
fibras, ceras delicadas,
Y fue
cortando ramas, perfumando
La soledad
con labios de madera.
Amé cada materia, cada gota
De púrpura o metal, agua y espiga
Y entré en espesas capas
resguardadas
Por espacio y arena temblorosa,
Hasta
contar con boca destruida,
Como
un muerto, en las uvas de la tierra.
Arcilla,
barro, vino me cubrieron,
Enloquecí
tocando las caderas
De
la piel cuya flor fue sostenida
Como
un incendio bajo mi garganta,
Y
en la piedra pasearon mis sentidos
Invadiendo
cerradas cicatrices.
Cómo
cambié sin ser, desconociendo
Mi
oficio antes de ser,
La metalurgia
Que
estaba destinada a mi dureza,
O
los aserraderos olfateados
Por
las cabalgaduras en invierno?
Todo
se hizo ternura y manantiales
Y
no serví sino para nocturno.
Pablo
Neruda