Espíritu sin nombre,
Indefinible esencia,
Yo vivo con la vida
Sin forma de la idea.
Yo nado en el vacío,
Del sol tiemblo en la hoguera,
Palpito entre las sombras
Y floto con las nieblas.
Yo soy el fleco de oro
De la lejana estrella;
Yo soy de la alta luna
La luz tibia y serena.
Yo soy la ardiente nube
Que en el ocaso ondea;
Yo soy del astro errante
La luminosa estela.
Yo soy nieve en las cumbres,
Soy fuego en las arenas,
Azul onda en los mares,
Y espuma en las riberas.
En el laúd soy nota,
Perfume en las violetas,
Fugaz llama en las tumbas,
Y en las ruinas hiedra.
Yo atrueno en el torrente,
Y silbo en la centella,
Y ciego en el relámpago,
Y rujo en la tormenta.
Yo río en los alcores,
Susurro en la alta hierba,
Suspiro en la onda pura
Y lloro en la hoja seca.
Yo ondulo entre los átomos
Del humo que se eleva,
Y al cielo lento sube
En espiral inmensa.
Yo, en los dorados hilos
Que los insectos cuelgan,
Me mezclo entre los árboles
En la ardorosa siesta.
Yo corro entre las ninfas
Que en la corriente fresca
Del cristalino arroyo
Desnudas juguetean.
Yo en bosque de corales,
Que alfombran blancas perlas,
Persigo en el océano
Las náyades ligeras.
Yo en las cavernas cóncavas
Do el sol nunca penetra,
Mezclándome a los gnomos,
Contemplo sus riquezas.
Yo busco de los siglos
Las ya borradas huellas
Y sé de esos imperios
De que ni el nombre queda.
Yo sigo en raudo vértigo
Los mundos que voltean,
Y mi pupila abarca
La creación entera.
Yo sé de esas regiones
A do un rumor no llega
Y donde informes astros
De vida un soplo esperan.
Yo soy la ignota escala
Que el cielo une a la tierra.
Yo soy el invisible
Anillo que sujeta
El mundo de la forma
Al mundo de la idea.
Yo, en fin, soy ese espíritu,
Desconocida esencia,
Perfume misterioso
De que es vaso el poeta
Gustavo Adolfo Becquer
Indefinible esencia,
Yo vivo con la vida
Sin forma de la idea.
Yo nado en el vacío,
Del sol tiemblo en la hoguera,
Palpito entre las sombras
Y floto con las nieblas.
Yo soy el fleco de oro
De la lejana estrella;
Yo soy de la alta luna
La luz tibia y serena.
Yo soy la ardiente nube
Que en el ocaso ondea;
Yo soy del astro errante
La luminosa estela.
Yo soy nieve en las cumbres,
Soy fuego en las arenas,
Azul onda en los mares,
Y espuma en las riberas.
En el laúd soy nota,
Perfume en las violetas,
Fugaz llama en las tumbas,
Y en las ruinas hiedra.
Yo atrueno en el torrente,
Y silbo en la centella,
Y ciego en el relámpago,
Y rujo en la tormenta.
Yo río en los alcores,
Susurro en la alta hierba,
Suspiro en la onda pura
Y lloro en la hoja seca.
Yo ondulo entre los átomos
Del humo que se eleva,
Y al cielo lento sube
En espiral inmensa.
Yo, en los dorados hilos
Que los insectos cuelgan,
Me mezclo entre los árboles
En la ardorosa siesta.
Yo corro entre las ninfas
Que en la corriente fresca
Del cristalino arroyo
Desnudas juguetean.
Yo en bosque de corales,
Que alfombran blancas perlas,
Persigo en el océano
Las náyades ligeras.
Yo en las cavernas cóncavas
Do el sol nunca penetra,
Mezclándome a los gnomos,
Contemplo sus riquezas.
Yo busco de los siglos
Las ya borradas huellas
Y sé de esos imperios
De que ni el nombre queda.
Yo sigo en raudo vértigo
Los mundos que voltean,
Y mi pupila abarca
La creación entera.
Yo sé de esas regiones
A do un rumor no llega
Y donde informes astros
De vida un soplo esperan.
Yo soy la ignota escala
Que el cielo une a la tierra.
Yo soy el invisible
Anillo que sujeta
El mundo de la forma
Al mundo de la idea.
Yo, en fin, soy ese espíritu,
Desconocida esencia,
Perfume misterioso
De que es vaso el poeta
Gustavo Adolfo Becquer