Entré a tu alma a conocerla y tuve
horror tan pronto que en su seno estuve.
Tu alma es una habitación cuadrada
de aire grasiento y humedad salada.
La luz por claraboya miserable
entra hasta la buhardilla inhabitable.
Alma de un muerto tanto horror no diera,
alma de muerto tanto mal no hiciera.
Crujieron mis pulmones: en el seno
del alma tuya respiré veneno.
Dije en un grito lúgubre y horrendo,
dije en un grito que lo estoy oyendo:
"Aire, más aire para el alma mía;
no puedo más, me estoy intoxicando".
¡Ah!... ¡Me he salido ahogando y correteando
estoy ahora por la selva umbría...!