EL POETA AL VIENTO
El poeta al viento, al viento
que tira las serbas de los árboles,
al viento que nadie puede detener o desviar,
al viento
que mece las ciudades con todas sus lámparas.
El poeta al viento, y él mismo es viento,
sus palabras son viento, su voluntad viento, su poder viento.
Y él le dice al hombre
que no es otra cosa que viento en la tierra.
Oh, entonces movió el viento el follaje en olas luminosas
y llenó una tinaja con su susurro azul,
cerró una puerta en las narices de un perro,
Levantó a una niña en un columpio a gran altura.
Y ahora: este olor calcinado
de futuro y angustia,
el olor de piedras ardientes.
Y el tiburón yace jadeando en el arrecife.
El león marino muge, pegado en el acantilado.
Y el mar lucha, se debate en sus cadenas.
¡Cautiverio! ¡Por todas partes cautiverio!
También el mar está preso. Y el viento.
La libertad: sueños que nos torturan.
La libertad de ser tú y yo, cada un a su aire.
La libertad de salir y entrar
en el género humano.
La libertad imposible.
En vez de eso la gente, las masas,
que atruenan y se lanzan como el mar.
En vez de eso
asaltos multitudinarios contra las rocas.
En lugar de eso canales y campos sin cercas,
la vida entre los horizontes, las olas vagabundas.
El pueblo, las masas,
y la libertad de ser una gota de agua en el mar.
Pero…, ¿y la tristeza del rumor del mar?
Y…, ¿la melancolía del viento?
¿Adónde me llevas, viento?
¿Adónde me lleva tu mano fuerte y delicada?
¿A qué espacios de hierba o agua?
¿A qué nido que se balancea?
¿A qué ciudad que está derrumbándose?
Viento, ¿adónde llevas mis palabras?
¿Al lejano vacío para que se remolineen en el espacio,
hacia las estrellas carbonizadas,
en la noche sin ojos?
¿O simplemente las dejas caer para que hagan
ruido en la arena
entre espinos ribereños y escorpiones?
Viento sin rodillas,
viento con rostro brillante de naipe,
viento que funde piedras como si fuesen sal
y que nunca contesta,
nunca contesta.
ARTUR LUNDKVIST (1955)