Olvidé el sonido
atenazador del silencio,
las caídas apenas amortiguadas
al fangoso fondo de un charco seco
en el que las palabras atrapadas
dentro de concéntricos arcos de luz
morían desmemoriadas,
carentes de color,
carentes de sentido,
sólo la música infinita
del llanto inacabado
de un niño no nacido,
giraba,giraba, giraba,
como peonza despuntada
entre las líneas gastadas de mis manos,
al tiempo que el amanecer
acudía a mis ojos
desde el esmerilado cristal
de un vaso adormecido
en un rincón cualquiera,
de una habitación cualquiera.
Amado (abril 2023)
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