La intimidación verbal en la empresa
Diferentes técnicas de intimidación en el trabajo y cómo contrarrestarlas
Algunos practican la intimidación verbal en la empresa de forma “natural”. Otros la han aprendido en cursos especializados donde ya se enseña de todo: lenguaje corporal, liderazgo (aunque más bien habría que llamarlo pseudo-liderazgo), relaciones humanas en la empresa, etc. etc.
Vamos a explicar como no instigar a la intimidación, y aprender a defenderse cuando alguien en una empresa (o en la vida) intenta intimidarle
¿Qué es la intimidación verbal?
La persona que hace uso de la intimidación verbal intenta generar, a través del uso de la palabra, una serie de temores en la persona objeto de intimidación. Abogados, empresas rivales, empleadores, jefes… utilizan una intimidación no física y no violenta que se hace cada vez más sutil e incluso “educada”, pero psicológicamente efectiva. Incluso esta puede darse entre compañeros que intentan acaparar la imagen de un aparente liderazgo que se ejecuta sobre la base aplastar e intimidar a los demás.
Técnicas de intimidación en la empresa
Las técnicas de intimidación tienen por objetivo restar energía a la persona, crearle inseguridad y minusvalorar su “ego” personal. Cada uno de nosotros posee un espíritu de lucha, una confianza en nosotros mismos que nos permite levantarnos cada mañana y afrontar nuestro trabajo y nuestras responsabilidades en la vida.
El intimidador va a tratar de restarnos poder, energía y confianza, que perdamos nuestra seguridad en nosotros mismos, que nos mostremos nerviosos y que lo reflejemos en nuestro tono de voz o rostro de frustración en una reunión en nuestro contexto profesional o laboral en general.
La respuesta a las técnicas de intimidación es entrenarnos para actuar con calma, confianza y con un tipo de respuestas proporcionadas al tipo de intimidación que practica el intimidador. Veamos dos ejemplos bastante frecuentes.
El truco de la pregunta y cortar la respuesta
La técnica de intimidación es muy sencilla. Por ejemplo, el instigador hace una pregunta y antes de terminar la respuesta, la contesta y formula la siguiente pregunta. El instigado no tiene la oportunidad de explicar sus respuestas. Generalmente el miedo a ser malinterpretado, poco comprendido o quedarse fuera de contexto puede generar una sensación de creciente nerviosismo y de tener la sensación real de incapacidad de comunicar de forma ordenada y racional lo que tiene que decir.
La defensa adecuada a este tipo de intimidación consiste en hacer una pausa y, seguidamente, contestar educadamente: “Voy a respoder a su pregunta, cuando haya terminado con la primera”. Generalmente, el instigador dirá en un tono sarcástico: “Estamos avanzando”. A lo que hay que responder con determinación: “Avanzaremos, cuando acabe”. El tono de la respuesta es muy importante. Hay que responder con un tono tranquilo, sin emotividad y con confianza.
Así que la primera recomendación es no dejar que tomen el control de la conversación tratando de hacer “cortes” arbitrarios y gratuitos que impliquen un desdeño de lo que habla la persona en cuestión y del valor e interés de sus respuestas.
La técnica de gritar para intimidar
Algunos pueden pensar que se corren riesgos respondiendo de esta forma. Lo cierto es que según el autor de este artículo el que así respondió acabo tomando el relevo de ese jefe meses más tarde.
Otro tipo de intimidación: abrumar con información
Otra de las técnicas de intimidación es la de abrumar con una información muy densa y abundante. La utilizan los abogados cuando intentan llegar a un acuerdo con la parte contraria. Por ejemplo, el uso de una jerga técnica densa, prolija documentación jurídica, cúmulo sinfín de referencias… hasta que la “víctima” se sienta abrumada y tenga una sensación de ahogo emocional. Los que la practican no lo hacen con el propósito de informar, sino de intimidar.
Al hacerlo pretenden que un sujeto se sienta abrumado y con esto que se avenga a cooperar. Antes de que ocurra eso, sonría y… con guante blanco active una defensa que se vuelva contra el atacante…
La defensa en estos casos consiste en “activar” su curiosidad, mostrando interés en aprender “cosas nuevas” y si conoce la materia requerir detalles que al propio intimidador pongan en un aprieto. Esa actitud puede volver loco a su atacante. El objetivo es que cada cosa por pequeña que sea, se la explique con detalle y claramente, mostrándose deseoso de aprender. Sonriente, atento y con actitud curiosa. Si mantiene su confianza, le sacará a su intimidador una cabeza de ventaja.
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