Sonatas
vacías de música
resbalan
sus eclécticos sonidos
en
yermos campos de piedras aceradas,
llenos
de gentes uniformadas
que
acechan el horizonte
con
miradas renqueantes
intentando
atisbar,
el
fragor luminoso del rayo
que
recorre el camino
antes
de llegar al final.
Sonata
gris
de
grasienta música machacona
incapaz
de sonar más allá
del
pendular caminar
de obreros grises de inmaculadas manos
y
apretadas corbatas
igual que nudos corredizos
que
estuviesen a punto de estrangularlos,
grises obreros perplejos
ante el cálido fulgor del amanecer
invadiendo las calles
de
las ciudades deshabitadas,
convertidas
en lugares muertos
donde
los cantos fenecidos
recorren
los espacios
en
los que las sombras
del
ayer más cercano,
acariciando con prostituida lentitud
los
pensamientos olvidados
entre
las ruinas amarillentas
de
desangelados habitáculos
vacíos
de caricias,
vacíos
de risas,
vacíos
de miradas cómplices
de amantes
que
retozando su amor clandestino
en
oxidadas camas de hierro fundido,
se ocultan invisibles,a las miradas inquisidoras
de las mentes bienpensantes.
Obreros
de ojos glaucos
tomando
los espacios
perdidos
por la luz,
balanceándose
cual borrachas peonzas
entre
las deterioradas columnas
de
deshabitados templos
donde
la diosa morfina
guía
los desvencijados pasos
de
cuerpos olvidados
entre
polvorientas sábanas.
Sonatas
de alargados vasos sanguíneos
mecidos
por el frío viento del norte
como
rotas notas musicales
asomadas
al
insondable vacío
de
plazas empedradas,
de
escaleras imposibles de subir,
de
gestos aprendidos
entre
volutas de humo azul
más
allá de lejanas esquinas,
en
las que el continuo clíquear
de
los ruidos se desmorona
lentamente
en los oídos
hasta
llegar al fondo adormecido
de
polvorientos sumideros.
AMADO2017
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