Buscas en Roma a Roma, ¡oh peregrino!,
Y en Roma misma a Roma no la hallas:
Cadáver con las que ostentó murallas,
Y tumba de sí propio el Aventino.
Yace donde Reinaba el Palatino,
Y limadas del tiempo las medallas,
Más se muestran destrozo a las batallas
De las edades que Blasón Latino.
Sólo el Tiber quedó, cuya corriente,
Si Ciudad la regó, ya sepultura
La llora con funesto son doliente.
¡Oh Roma, en tu grandeza, en tu hermosura
Huyó lo que era firme, y solamente
Lo fugitivo permanece y dura!
Francisco de Quevedo
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