Si en vez de ser así,
si las cosas de espaldas (fijas desde los siglos)
se volviesen de frente
y las cosas de frente (inmutables)
volviesen las espaldas,
y lo diestro viniese a ser siniestro
y lo izquierdo derecho...
¡No sé cómo decirlo!
Sueñalo
con un sueño que está detrás del sueño,
un sueño no soñado todavía,
al que habría que ir,
al que hay que ir,
(¡no se como decirlo!)
como arrancando mil velos de niebla
y al fin el mismo sueño fuese niebla.
De todos modos, suéñalo
en ese mundo, o en éste que nos cerca y nos apaga
donde las cosas son como son, o como dicen que son
o como dices que deberian ser...
Vendríamos cantando por una misma senda
y yo abriría los brazos
y tú abrirías los brazos
y nos alcanzaríamos.
Nuestras voces unidas rodarían
hechas un mismo eco.
Para vernos felices
se asomarían todas las estrellas.
Querría conocernos el arcoiris
palpándonos con todos sus colores
y se levantarían las rosas
para bañarse un poco en nuestra dicha...
(¡Si pudiera ser como es,
o como no es... En absoluto diferente!)
Pero jamás,
jamás.
¿Sabes el tamaño de esta palabra:
Jamás?
¿Conoces el sordo gris de esta piedra:
Jamás?
¿Y el ruido que hace
al caer para siempre en el vacío:
Jamás?
No la pronuncies, dejámela.
(Cuando esté solo yo la diré en voz baja
suavizada de llanto, así:
Jamás...)
Emilio Ballagas
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