Se sintió el dueño final de un sueño final
postrada su cabeza desnuda,
en una deshilachada almohada carmesí,
de diminutas conversaciones perdidas
entre las cicatrices purulentas
de descascarilladas y húmedas paredes,
sobre las que el tiempo,
(inexcusable compañero
de las horas envasadas
en delicadas cajas de acero pulido),
ha estampado cuidadoso su lento latir
formando hermosas palabras,
con la amante perfección
del maestro impresor
que sueña con crear,
el vocablo perfecto donde describir
la desnuda apariencia de la soledad,
y..., las guardaba distraídamente,
de forma rutinaria
con la eficaz diligencia
del funcionario perfecto,
en pequeños cartuchos de papel de plata,
enlatados en las ondas mínimas del sonido dilatado
por el eco repentino del grito atormentado,
que el mar del norte, lanza cada día,
con la furia de mil caballos salvajes
contra las afiladas rocas de los acantilados.
Se sintió dueño
de una mirada evasiva,
de un recuerdo que no tuvo,
del repentino rozar
con una gota de luz
negligentemente esparcida
sobre un charco desnudo de agua,
del peculiar graznido de los cuervos
envueltos en piel humana
y corrió por campos de heno
recién cosechados
hiriendo sus pies
encadenados a la tierra.
Se sintió dueño de nada,
y un húmedo escalofrío,
recorrió su espalda
con dedos presurosos
entre sus vertebras cansadas,
y olvidó que el olvido,
es silencio,
que el rematar de las esquinas,
atrapa los dedos de los olvidados,
en la fina línea del amanecer
restaura sigilosa,
el malherido bramido
de los pasos apresurados de quienes recorren,
las apenas perceptibles calles adoquinadas
donde se pierden los pensamientos,
donde se humedecen los resquebrajados labios de los inocentes
y ciegan los ojos anochecidos
hasta llegar a impersonales hornacinas
en los que dejar descansar,
el divagador ruido nocturno
de una pálida ciudad enferma
mientras sus cuerpos de papel,
son tragados por desdentadas bocas
de acero, cristal y hormigón.
2023 @mado
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