Ventanas,
inacabados espacios de luz
donde el silencioso alborear del día,
invade despacio, casi sin querer,
los adormecidos ojos
de pupilas anochecidas
en rostros callados,
donde la existencia,
escapa leve como un murmullo
por los poros abiertos
de una piel sudorosa ,
curtida en mil batallas nocturnas
entre grasientos vasos de cristal.
Ventanas
de ennegrecidos parpados caídos
donde la condición humana,
emerge desvestida de piedad,
con hiriente desparpajo
de vidas arrugadas,
en la mesa apolillada
de una oficina gubernamental,
igual que un papel despreciado
en abolladas papeleras
de metal reciclado;
residuales vidas indiferentes,
perdidas en las sombras apaisadas
de las desconchaduras de una pared de cristal,
miran el tiempo olvidado,
desde ventanas tapiadas,
donde un crujir de huesos rotos
acompaña el latir presuroso
de los segundos que caen indolentes,
más allá de algunos momentos extraviados
en la pulida esfera de un defenestrado
reloj de pared;
empantanadas vidas silenciadas,
en las que en el sordo pasar de las horas
frente al brillo hipnotizador
de una indocumentada caja vacía
llena de luces brillantes
y….,
palabras repetidas,
abandonan su ser
entre los manoseados pliegues
de un sofá desvencijado.
Ventanas,
desvencijadas armaduras
imposibles de reparar,
compañeras inseparables
del viento del norte,
acunadoras impasibles
de miradas mecidas suavemente,
con el arrullo precoz del canto monótono,
de gruesas amas de cría
en soportales de piedra y cal,
en los que dedos invisibles
acarician ansiosos,
la luz perturbada de un reflejo inacabado.
08 JUNIO 2021 AMADO
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