viernes, 20 de julio de 2018
miércoles, 18 de julio de 2018
INSECTOS
Insectos
susurrando
despacio
con
voz apenas audible
al
oído,
llenan
el éter
con
su zumbido
de
vidas descabezadas
en
algún oscurecido lugar
donde
una única luz azulada,
es
el anuncio de la muerte asegurada
que
les habrá de llevar,
hasta
algún paraíso
imaginado
de
sangre perdida
entre
los adoquines
de
un pasadizo sin salida.
Insectos,
arrogantes
muñecos
de
brillante papel de aluminio sin alas,
escribiendo
versos exhaustos,
versos
cansados,
donde
la tinta caducada,
emborrona
inmaculados papeles,
con
palabras aprendidas,
en
un burdel del extrarradio
de
alguna ciudad difuminada,
en
el avejentado lienzo
de
un pintor por horas,
donde
las copas son apuradas,
despacio,
con
la lentitud apropiada
de
un semidiós de las letras
que
espera la adorada aureola
entre
los desbaratados cojines
de
un desfondado sofá.
Insectos,
eternos
hacedores
de
tumbas sin cruces,
de
inhabitados huecos
en
las que mortecinas
fosforescencias
marinas
invaden
si apenas pudor,
las
uñas rotas
de
los que quedaron atrapados,
en
un resquicio del tiempo
esperando
una respuesta inacabada,
esperando
quizás, un soplo de aire fresco
capaz
de llenar,
los
vacíos alvéolos de sus pulmones muertos
Insectos
de cuerpos dorados
acurrucados
en la blanca luz de la luna
mientras
aguardan negligentes,
la
mano que habrá de atraparlos,
la
mano que sin disimular,
les
llevará hasta el fondo transparente
de
un tarro de cristal
con
la promesa inconfesable,
de
ser elevados hasta el más alto de los altares,
aquel
en el que son sacrificados los inocentes,
aquel
en el que inconfesables secretos de alcoba,
se
expanden como verdades
entre
las sonoras ondas invisibles
del
ennegrecido espacio
que
rodea sus vidas,
con
el latido de un corazón
aparcado
entre las líneas blancas
del
estacionamiento anónimo
de
un centro comercial.
Amado
julio 2018
miércoles, 11 de julio de 2018
EL TIEMPO HA LLEGADO
El
tiempo ha llegado,
desgarradoras
voces guturales
aclaman
el dolor de los cuerpos
entregados
al placer extremo,
aquel
que derriba las puertas
y
bloquea ufano,
las
trastabilladas ventanas
que
interrumpen la llegada del sol
hasta
las blanquecinas pieles
donde
el sudor,
acude
presuroso,
caudaloso
quizás,
desde
los poros abiertos
de
par en par
como
las desvencijadas troneras
de
algún barco cañonero,
que
descansa,
imperturbable
al paso del tiempo,
perdido
en una fraticida lucha inútil
en
el fangoso fondo marino
de
algún mar imaginado.
El
despertar,
asoma,
cual
pájaro en errático vuelo,
en
los ojos cansados
con
la primera hora de la mañana
restando
el asilo
del
silencio nocturno,
la
luz tenue del amanecer
cae
sobre los rostros
como
punzantes estrellas,
entregando
los cuerpos
despegados
de las camas
a
la sospechosa, y criminal carrera
de
la supervivencia
que
se proyecta en los espejos
como
una rancia película
donde
los héroes
son
amortajados
después
de morir
en
su lucha contra los dragones.
El
tiempo ha llegado,
llenando
los instantes
de
fantasiosas figuras
capaces
de alcanzar,
las
flotantes motas de polvo
que
escapan entre halos de luz azulada,
por
las rendijas abiertas
en
antiguas tapias descarnadas,
tras
las cuales,
ocultos
a las miradas,
feroces
animales carroñeros
luchan
con punzantes garras
hasta
arrancar la carne
que
cubre sus cuerpos de ceniza harapienta.
Atardecer,
Lejanas
campanas
de
bronceado metal dorado,
entonan
sus letanías metálicas
acompañando,
el
alborotador gritos de las aves
que
giran cual locas peonzas
por
las sendas del viento,
en
busca de un camino en el que alcanzar,
la
libertad robada
en
enloquecidos tableros de ajedrez
que
amenazan ruina,
mientras
oscuros oficinistas
de
almidonadas camisas de cuello duro,
gestionan
apáticos,
como
si de peones de alguna partida maligna
se
tratase,
la
vida de otros,
victimas
propiciatorias
de
algún traficante de seres humanos,
en
cuadradas habitaciones recalentadas
en
las que el viciado aire de la impotencia,
se
esparce desde el suelo hasta el techo,
como
una fina niebla invisible a las miradas
hasta
levantar sus estómagos
reblandecidos
prematuramente
por
las aciagas comidas
que
envueltas,
en
coloridos envases
de
delgado plástico
resplandecen
brillantes
en
los oxidados cajones
de
sus bien ordenadas mesas.
Amado,
julio de 2018
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