El
graznido de los cuervos,
acuna
el blando cuerpo de los muertos
en
sus camas de tierra removida,
de
músculos rotos
en
mitad de la penumbra
de
fábricas deshabitadas
donde
la grisácea luz
del
último invierno
trae
hasta ellas,
el
canto plañidero
de
oscuras aves de alas rotas.,
El
graznido de los cuervos,
trae
seco en sus acerados picos
el
grito apenas audible
de
los niños robados
en
oscuras noches
donde
una desfallecida luna llena
alumbra
apesadumbrada la oculta lágrima
del
canto final
de
un barítono
que
no dudo vender su voz
por
una moneda de plata,
trae
en su seno
el
cansado caminar
de
los obreros
que
vuelven hasta sus casas
por
senderos herrumbrosos
de
oxidado metal.
El
graznido de los cuervos,
trae
atrapadas en sus picos,
la
voz atenuada
de
los poetas del extrarradio,
amantes
clandestinos
de
irreverentes palabras,
que
disparan sus balas de papel
contra
los inmaculados muros
del
centro de la ciudad
donde
los taciturnos rostros
de
aquellos que lo habitan,
observan
callados
desde
sus ventanas sin cristales,
las
pálidos vocablos aprendidos
en
oscuros tugurios
apenas
alumbrados por la tenue luz
de
una amarillenta vela robada en una iglesia,
observan
al igual que los tristes espectadores
de
alguna fallida obra teatral,
el
desbocado latir apresurado
del
enloquecido sonido que el correr
del
último prisionero,
hace
por las vacías calles al amanecer
antes
de caer exhausto
en
brazos de su amante.
El
graznido de los cuervos,
trae
atrapado en sus picos
de
aves decadentes,
el
sonido gutural
de
eunucos desfasados
que
a lomos de caballos de madera
preparan
marciales,
el
asalto al palacio de invierno
de
algún zar
desaparecido
entre las páginas
amarillentas
de un viejo libro de historia,
trae
la muerte seca de la infamia
de
los depredadores de cuerpos y almas
que
ayer,
abrieron
sus infecciosas bocas purulentas
en
busca de alguna bocanada de aire
con
la que llenar sus pulmones enfermos.
El
graznido de los cuervos,
trae
aprisionado entre sus alas
el
lamento de los suicidas,
trae
en sus resquebrajados picos,
el
gemido que recorre las venas
sobadas
por las mohosas agujas
que
prometen,
la
resonancia del latir
de
la vida olvidada
entre
cubos de basura.
Amado
mayo 2018
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