Ranas imposibles, sus pieles tensas como tambores,
grises con el final de octubre,
las casas de mi calle
estaban agazapadas, inconscientes las unas de las otras
Inconscientes de un viento significativo
y de los niños locos incendiando montones de susurrantes hojas
y del grito desesperado de aves desesperadas
Yo no sé de donde sacaron los pájaros los niños. Desde luego, hay pocos en torno a mi casa. Oh, está el gorrión ocasional o el petirrojo o el abadejo, pero éstos eran pájaros grandes. En torno a cada uno de ellos había varias vueltas de bramante para sujetar sus alas y sus patas.
Era esa clase de bramante particularmente duro que no puede romperse con las manos sino que hace falta utilizar un cuchillo o unas tijeras para cortarlo. Yo estaba tan absorto en el ritual que no estoy seguro de si fueron siete u ocho las que quemaron.
( "Los efluvios de los cuerpos en descomposición eran tan intensos que hasta los mongoles evitaban tales lugares y les llamaron Moubaligh, Ciudad del Dolor." )
Pronto se cansaron del baile
y se quitaron sus disfraces de papel crepe
y recitaron oraciones y lloraron sus lamentos.
(Ahora pienso en ello, las aves
debían ser palomas.)
Eran las nueve menos cuarto
cuando uno de los brillantes jóvenes
incitó al grupo a quemar las ranas,
cosa que hicieron a las nueve.
Si uno de los guerreros de Temugin
atrapaba un ciervo para comerlo
estaba prohibido
degollarle.
La bestia debía ser atada
y su pecho abierto
y el corazón debía ser arrancado
por la mano del cazador.
Leonard Cohen (Comparemos Mitologías)
Publicado como volumen CIV de la colección VISOR DE POESIA en el año 1979, siendo su editor Alberto Corazón
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