Como yo no soy yo, represento a cualquiera
Y le presto mi voz a quien aún no la tenga;
O repito otras voces que siento como mías
Aunque, hasta sin querer, siempre de otra manera.
Parezco personal, mas digo lo sabido
Por otros hace siglos. O quizás, ayer mismo.
Ojalá me repitan sin recordar quién fui
Como ahora yo repito a un anónimo amigo.
¡Oh futuro perfecto! No hay permanencia
Que la de ser un eco corregido por otros
Que no sabrán mi nombre, ni –espero- mi aventura.
Tampoco yo sé bien quién habla a mi conciencia.
Si algún día un muchacho nos plagia sin saberlo
Y en él, lo ya sabido, vuelve a ser un invento,
Estaremos en él, invisibles, reales,
Como otros, ahora en
mí, son corazón de un ave.
Es eso, y no los versos guardados en los libros,
Lo que, venciendo el tiempo, sin forma durará
En la obra colectiva
y anónima, aún en ciernes,
Transformando y creando conciencia impersonal.
GABRIEL CELAYA (1970)
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