El pez volador se aleja sobre la superficie del agua
impulso tras impulso.
¡Cómo se parece al poema que huye
de la muerte en el mar!
La libertad demuestra su autenticidad siendo comestible.
Sólo las serpientes pueden
abrir las cerraduras
de esas puertas.
Y las serpientes no parecen
interesarse por su misión.
Cada golpe de viento es un enemigo
del humo modelado en palabras.
La inocencia del fuego lo hace terrible.
Rara vez se ríen esos niños negros.
Pero cuando lo hacen,
muestran una pequeña hoja
de cuchillo entre los dientes.
Cuando ya todos yacen muertos,
alguien sigue acariciando al gato.
Lo peor de la violencia es su gran velocidad.
Tiene que pasar a través de mucha agua
para que se enfríe
y pueda ser detenida.
Somos leña y viento, estamos a disposición del fuego.
El asesino sueña con que huye corriendo de su rostro.
Pero el rostro lo persigue
y el asesino se despierta aterrorizado:
el rostro lo ha alcanzado.
Si llaman a la puerta no abras.
Puede ser la verdad.
El aire puede ser envenenado, pero nunca negado.
¿Hemos merecido verdaderamente ser los que somos?
¿Por qué no somos nosotros los que somos los otros?
El sol brilla sobre la maldad de los buenos.
Quizá necesite el mundo dormir un momento,
tiene los ojos tan inyectados de sangre.
ARTUR LUNDKVIST
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