Otro Que Tal
opinion@lacalledecordoba.com
Son dos casos preclaros de políticos que sólo sustentan su mensaje en la gresca institucional, en el ataque al contrario, sin que se les oiga ni pongan en práctica (cuando han podido hacerlo) ideas para sacar a nuestra provincia del atolladero. Viven de la política, pues no se les conoce oficio, a salvo de titulación universitaria prácticamente incólume en su ejercicio práctico, y lo único para lo que parecen servir es para sacar de la chistera alguna que otra idea epatante para regocijo de los prosélitos y paniaguados del partido, que aplauden a mandíbula batiente, y para usurpar las ideas felices de sus segundones apropiándoselas sin mayor pudor cuando consideran que les pueden ser útiles para su currículum. Con esta forma de hacer política, no es de extrañar que la gente desista y sólo les voten, a su pesar, los que no tienen a otros a quien votar. Por ello, sería bueno que su partido, en el que existen personas con solvencia académica, personal y política, los pusiera en su sitio, esto es, en la puñetera calle, para dejar que las nuevas generaciones (las de verdad) tomen el timón y, por una vez, se haga política de verdad: constructiva, seria y sin tanto ir y venir de romería y otros entretenimientos propios de políticos ociosos.
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La defenestración de Manuel Chaves y su edecán de lujo (el tal Zarrías, siempre dispuesto a volver a este su cortijo andaluz), pone en mala situación al presidente de los militantes del PP andaluz (toquemos madera), al que le quitan los únicos argumentos que tiene: el ataque, algunas veces personal, contra Chaves.
Algo parecido, por pura ósmosis, le pasa a su homónimo cordobés, el tal Nieto, que sigue sin otros argumentos que los de las vacuas reivindicaciones sobre lo que está sin hacer, con las que, aun llevando razón en el fondo (porque Córdoba está dejada de la mano de todos, incluido su propio partido cuando gobernó en Madrid), sólo llena pequeños espacios en los periódicos y otros medios de comunicación que sólo le sirven para justificar minimalísticamente el expediente ante su jefe y sus congéneres de partido.
Algo parecido, por pura ósmosis, le pasa a su homónimo cordobés, el tal Nieto, que sigue sin otros argumentos que los de las vacuas reivindicaciones sobre lo que está sin hacer, con las que, aun llevando razón en el fondo (porque Córdoba está dejada de la mano de todos, incluido su propio partido cuando gobernó en Madrid), sólo llena pequeños espacios en los periódicos y otros medios de comunicación que sólo le sirven para justificar minimalísticamente el expediente ante su jefe y sus congéneres de partido.
Son dos casos preclaros de políticos que sólo sustentan su mensaje en la gresca institucional, en el ataque al contrario, sin que se les oiga ni pongan en práctica (cuando han podido hacerlo) ideas para sacar a nuestra provincia del atolladero. Viven de la política, pues no se les conoce oficio, a salvo de titulación universitaria prácticamente incólume en su ejercicio práctico, y lo único para lo que parecen servir es para sacar de la chistera alguna que otra idea epatante para regocijo de los prosélitos y paniaguados del partido, que aplauden a mandíbula batiente, y para usurpar las ideas felices de sus segundones apropiándoselas sin mayor pudor cuando consideran que les pueden ser útiles para su currículum. Con esta forma de hacer política, no es de extrañar que la gente desista y sólo les voten, a su pesar, los que no tienen a otros a quien votar. Por ello, sería bueno que su partido, en el que existen personas con solvencia académica, personal y política, los pusiera en su sitio, esto es, en la puñetera calle, para dejar que las nuevas generaciones (las de verdad) tomen el timón y, por una vez, se haga política de verdad: constructiva, seria y sin tanto ir y venir de romería y otros entretenimientos propios de políticos ociosos.
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