Dentro del recinto amurallado, la ciudad estaba dividida en dos zonas; la parte alta o Almedina donde residía la aristocracia, los altos funcionarios palatinos, los jefes de la Xorta Califal y la familia del Califa, que ocupaban espléndidos palacios. La Ajerquía o parte baja era la más poblada, en ella vivían los trabajadores, los artesanos, la clase media y personas de condición modesta; lindando con ella, estaba enclavada la Mezquita, los Palacios Califales y el Álcazar Real.
La Puerta de Aben-Abd al-Chabbar, también llamada Puerta de Toledo -Bad Tulaytula- y Puerta Romana -Bad Rumyya- por donde entrabá la vía augusta. La Puerta de Talavera -Bad Talabira- llamada también Puerta del León -Bad Luyun-. La Puerta de Amir al-Qurashi, junto al cementerio del mismo nombre. La Puerta del Nogal -Bab al-Chauz- también llamada de Badajoz -Bab Batalyus y la Puerta de los Drogueros o Perfumistas -Bab al-Attarin- también llamada de Sevilla- Bab Ishbiliyya-".
De estas puertas solamente se conservan dos, la Puerta del Nogal o de Badajoz conocida con el nombre de Almodovar y la Puerta de Sevilla, las que han sufrido algunas reformas en su estructura original. Al pie de la sierra existía gran número de fincas de recreo o Almunias construidas y decoradas con todo lujo y capricho, contando con magníficos jardines los que se iluminaban para celebrar las fiestas, numerosas fuentes, tupidos bosques y lagos artificiales destinados para el paseo, en lujosas barquitas, de sus propietarios e invitados.Algunas de estas fincas han llegado hasta nosotros; la Arruzafa nombre dado por Abderramán I en recuerdo de la que tuvieron sus abuelos en las afueras de Damasco; La Dar al-Baida o palacio blanco, edificado sobre una roca y rodeado a sus pies de bellos jardines, de otras solamente existen recuerdos arqueológicos; la Almunia Alamiria, nombre que tomó por el apellido Amir del gran Almanzor, que le fue regalada por el Califa Hixem II. la de Kantish creada por el Emir Abdalá abuelo de Abderramán III. La de Nasar gran eunuco de Abderramán II, en un paraje delicioso a orillas del Guadalquivir. La de Galig annaserí gran general de los tiempos de Al-Hakem II. La de los Banu Abi-Abdá que tantos políticos y generales dió al Califato de Córdoba. La de Guarromán o río de los Granados, donada por el Califa Al-Hakem II a su primer ministro Chafar al-Mushafi, siendo interminable la relación de todas las que existieron en los alrededores de Córdoba.
Tenía más de 1500 mezquitas, unas 213.000 casas ocupadas por la plebe y la clase media, 60.300 donde vivían los altos funcionarios, los militares y la aristocracia, 80.500 tiendas y bazares donde se vendían toda clase de mercancías, 200 bibliotecas públicas y 800 baños distribuidos por toda la ciudad, así como numerosas Algorfas o posadas para alojar a la gran cantidad de forasteros que diariamente llegaban, atraídos por su esplendor y cultura, contando asimismo con un considerable número de escuelas y academias donde se impartían toda clase de enseñanzas.
Cada uno de los 28 arrabales en que estaba dividida la ciudad, además de la mezquita tenían una iglesia para los cristianos y numerosos conventos, disponiendo de amplios jardines y fuentes para el recreo y solaz de sus vecinos, y un zoco o mercado para su abastecimiento. Estos zocos eran inspeccionados regularmente por el zabazoque (jefe de los zocos o mercados) con el fin de que los artículos que en ellos se expedían, reunieran las condiciones necesarias para su venta y velar por el exacto cumplimiento de las ordenanzas establecidas; a los infractores se les imponían elevadas multas y duros castigos corporales.
Por su curiosidad transcribimos a continuación unos fragmentos de la Risala de Ibn Abd al-Rauf sobre estas ordenanzas:
"Se debe prohibir a las gentes que se sienten en las calles, que permanezcan allí y que se reunan en círculos sin ninguna necesidad, a menos que se trate de personas particularmente dignas de confianza".
"Se impedirá a las gentes que tiren basuras, animales muertos y cosas parecidas a las calles, pues ello ocasiona inconvenientes a las viviendas particulares. Lo mismo, por lo que se refiere a los desperdicios que engendran suciedad, sobre todo cuando llueve. La gente deberá llevarse todo ello fuera de la ciudad. Se inspeccionaran cuidadosamente las Mezquitas, sus alrededores y todo lo relacionado con ellas; se impedirá a la gente que tiren basuras y las cosas sucias a sus patios [...]".
"Se ordenará a los alfareros y a quienes tiene un oficio análogo que quiten las vasijas que depositan a secar en las calles para que no se estropeen; dichas vasijas ocupan mucho espacio en la calle y son fuente de males y querellas."
"Se impedirá a la gente que entren a la alcaicería y en los zocos a lomo de animales [...]. Se les prohibirá a que se estacionen en las calles estrechas y que dejen a sus cabalgaduras sin trabas."
"Se impedirá a los mercaderes de legumbres y a los estereros que tiren sus basuras a la calle.""Se prohibirá a los horneros y a los vidrieros que pongan sus haces de leña junto al fuego, puesto que el fuego puede prender y hacerlos arder [...]."
"Hablaremos muy brevemente de los juglares, de los narradores callejeros y de gente parecida. Hay que vigilarlos [...]. Se prohibirá a los juglares que coloquen ante ellos cabezas de aves de presa y de águilas, y que utilicen serpientes y escorpiones. Serán reprendidos por ello y se les quitará el espejo que ponen al sol. porque pueden prender fuego y las gentes serán inducidas a error por este hecho. Se impedirá a los narradores callejeros que hablen de cosas que atribuyen al Profeta, debido a su ignorancia en la materia, porque mienten e inventan mucho. Por lo que respecta a los relatos que tratan de los reyes y de los judíos no se les hará ningún reproche. Se impedirá a los que van por los zocos cantando canciones, tales como zéjeles y otras, que lo hagan en el momento en que la gente se dispone a marchar a la guerra santa o a la peregrinación a la Meca; sin embargo, si (las canciones) incitan a la gente a marchar, entonces no hay mal en ello. Asimismo se impedirá a los prestidigitadores que hagan creer a la gente en cosas que hacen, cuando en realidad no hacen nada; que imaginen hechizos o finjan transformar algo [...]."
"Se vigilará a quienes se revuelcan por el suelo de los zocos y hacen creer a la gente que son epilépticos. Se les deberá examinar. Se hará lo mismo con quienes padecen abscesos y pústulas repelentes....,quien aparenta estar lisiado de las piernas o con quienes se hieren las manos y hacen creer a la gente que tienen lepra cuando, en realidad, están mintiendo. Todo ello no es sino astucia por su parte y sólo buscan sacar dinero a la gente."
"Se impedirá a las mujeres que estén en la puerta de las casas (de prostitución), pues están desveladas y con el rostro descubierto. Se prohibirá a las gentes que se sienten en la puerta de los judíos sospechosos de vender vino, porque, al instante, ellos también incurrirán en la sospecha [...]" (traducción francesa de Rachel Arié).
En esta Risala hace mención el autor, de las distintas profesiones y oficios que en los zocos se ejercían. El comercio de la alimentación, lo componían los corredores de cereales, panaderos, horneros, lecheros, carniceros, pescadores, vendedores de higos, freidores de pescado y buñoleros, cocineros y vendedores de "harisa" (puré de carne picada y cereales). Los relacionados con las prendas de vestir, hiladoras de lino, tejedores, tintoreros, pañeros, alcorqueros (vendedores de chanclos con suela de corcho), peleteros, curtidores y blanqueadores de ropa; asimismo cita a los mercaderes de especias y perfumes (aloes, betel-alheña, azafrán, almizcle) los que estaban establecidos en el zoco de los drogueros junto a la puerta del mismo nombre; también se ocupa de los médicos, alfajemes, albaiteres, vendedores de remedios, y de toda aquella "Corte de los Milagros" más arriba citada.
La ciudad fue saqueada y casi todos sus palacios destruidos a raíz del asesinato de Abderramán V en el año 1024. Mucho tiempo después de la caida del califato, varios autores hispanoárabes han elogiado a Córdoba como centro que fue del saber, y antigua Corte de los Omeyas.Manuel Pérez de la Lastra y Villaseñor (La Dinastía Omeya de Córdoba)
Obra Publicada y Editada por la Excelentisima Diputación Provincial de Córdoba
No hay comentarios:
Publicar un comentario